Por la caída de su ingreso, para el sector es cada vez más difícil hacer frente a los costos, entre ellos los laborales
Ese es el gasto más importante que tienen los ovejeros, porque no sólo absorben el costo del salario, sino que también cubren casi la totalidad de las necesidades de sus empleados, como la vivienda, los servicios, el transporte. Con la particularidad de que en el Sur, donde se concentra más del 65% de la producción ovina del país, todo encarece por la distancia. "Para llegar a un poblado tenés que hacer entre 200 y 300 kilómetros", se quejó Roberto Jamieson, dueño de una estancia de 10.000 ovejas, que se encuentra en la localidad de Fitz Roy.
Propuesta
"Nosotros proponemos un sistema de corresponsabilidad gremial", dijo sin titubeos Vila Moret. "Los costos subieron una barbaridad por la inflación", se quejó Marcelino Díaz, administrador de la estancia El Cóndor, que tiene más de 100.000 animales. Mientras el costo se encareció, los precios internacionales bajaron. Por ejemplo, la lana cayó un 50% desde septiembre del año pasado. Hoy, el kilo ronda 1,60 dólares.
Según los productores ovinos entrevistados por LA NACION, podría constituirse un fondo para subsidiar al sector a partir de los derechos de exportación que se cobran a la lana y a la carne de cordero. Vila Moret cree que la mejor manera de instrumentarlo es a través de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), por eso esperan que la Comisión de Enlace tome contacto con el titular sindical, Gerónimo Venegas.
Otro de los requerimientos que pretenden presentar para apuntalar al sector es que se reimpulse el régimen de reintegros para puertos patagónicos. Ese instrumento preveía una devolución del derecho de exportación para las mercaderías que se sacaran del país por los puertos del Sur. Se implementó con el fin de estimular el uso de las centrales portuarias más australes, perjudicadas por la distancia. En su mejor momento el porcentaje de reintegro llegó a ser del 10%; hoy, apenas supera el 1% .
"La situación es terminal", se lamentó Vila Moret. "Tal vez no tengamos repercusión en el PBI, pero sí socialmente: entre el 30 y el 40% del territorio del país vive de la producción ovina", agregó. Justamente, se trata de tierras que no presentan otra alternativa de producción agropecuaria. De ahí la preocupación en el sector.
"Con la erupción del volcán Hudson, en 1991, hubo un abandono del 36% de los campos de la región", comentó Díaz. Este desmantelamiento de estancias es muy perjudicial para los productores porque implica menos control de las plagas como el guanaco, que compite forrajeramente con la oveja y cuya caza está prohibida. En tanto que la pérdida por depredación pasó de ser el 4% al 15%, a partir del abandono de estancias.
"Hoy tenemos un stock de 10 millones de cabezas. En 2005, con el tipo de cambio alto y mejores precios internacionales, llegamos a 15 millones", comentó Vila Moret. "Ahora tenemos miedo de desandar el camino."
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